TVT | Redacción
El Papa Francisco celebró la misa por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada en la Basílica de San Pedro, con los miembros de las sociedades de Vida Apostólica y de los Institutos de Vida Consagrada.
En la homilía, el Santo Padre mencionó a Simeón cuando vio a Jesús en el Templo recién nacido vio “la gracia de Dios que se derrama en sus manos”.
“Es ver lo que es importante en la vida. Es acoger el don del Señor con los brazos abiertos, como hizo Simeón. Eso es lo que ven los ojos de los consagrados: la gracia de Dios que se derrama en sus manos. El consagrado es aquel que cada día se mira y dice:Todo es don, todo es gracia”.
Francisco les dijo a las hermanas y hermanos consagrados que han visto el tesoro más importante que hay en la vida y que vale más que todas las riquezas del mundo.
“Son hombres y mujeres sencillos que han visto el tesoro que vale más que todas las riquezas del mundo. Por eso han dejado cosas preciosas, como los bienes, como formar una familia. ¿Por qué lo han hecho? Porque se han enamorado de Jesús, han visto todo en Él y, cautivados por su mirada, han dejado lo demás. La vida consagrada es esta visión. Es ver lo que es importante en la vida”.
El Obispo de Roma preguntó dónde se encuentra al prójimo a través de la vida consagrada, diciendo que el primer lugar es en la “propia comunidad”, e invita a pedir la “gracia de saber buscar a Jesús en los hermanos y en las hermanas que hemos recibido”.
“Es allí donde se comienza a poner en práctica la caridad: en el lugar donde vives, acogiendo a los hermanos y hermanas con sus propias pobrezas, como Simeón acogió a Jesús sencillo y pobre”
Francisco llama a los consagrados a tener la mirada de la compasión imitando a Jesús.
“Los religiosos y las religiosas, hombres y mujeres que viven para imitar a Jesús, están llamados a introducir en el mundo su misma mirada, la mirada de la compasión, la mirada que va en busca de los alejados; que no condena, sino que anima, libera, consuela. La mirada de la compasión”.
El Papa Francisco concluiría su homilía dando gracias a Dios por el don de la vida consagrada, “Pidamos una mirada nueva, que sabe ver la gracia, que sabe buscar al prójimo, que sabe esperar. Entonces, también nuestros ojos verán al Salvador”.
Fuente: El Heraldo de México