TVT | Redacción digital
Entre suroeste de Veracruz y el este de Tabasco se encuentra la región Olmeca, cuna de la civilización más antigua de Mesoamérica. Presencia de tradiciones ancestrales y por supuesto casa de las cabezas colosales, uno de los mayores atractivos prehispánicos en México y que ha despertado diversos debates sobre su origen y su manufactura.
De acuerdo a Ann Cyphers, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el origen de las cabezas colosales no es africano sino mesoamericano.
Y es que por muchos años una de las teorías propuestas por José Melgar señalaban que las cabezas provenían de África debido a las facciones.
En 1994, Cyphers formó parte del equipo que encontró 17 cabezas olmecas en San Lorenzo Tenochtitlan, Veracruz. Posterior a esto, los universitarios realizaron modernos estudios de ADN que comprueban la identidad mesoamericana de aquella civilización.
“En aquel momento no se sabía de la existencia de la cultura olmeca y Melgar propuso que los rasgos de las esculturas correspondían a personajes de Etiopía, gente de raza negra, por las facciones del rostro” dijo Cyphers.
Desde hace 150 años existe una hipótesis que dice que estas piezas arqueológicas provienen de África. Dicha teoría fue propuesta por José Melgar y Serrano, quien reportó la primera cabeza colosal en lo que hoy es Tres Zapotes, en Veracruz, en 1862. Sin embargo, en la tesis de Cyphers se expone que este origen data de 1869.
La universitaria apuntó que la idea del origen africano y las migraciones transoceánicas están muy enraizado en el imaginario colectivo:“Ha sido muy difícil sacudirnos estas ideas”.
Los arqueólogos de la UNAM han realizado diferentes estudios científicos a varias piezas y no han encontrado artefactos africanos. Además, en los exámenes de ADN no hubo certeza alguna de que pertenecieran al continente africano.
Sobre el hallazgo de la cabeza colosal 17, Cyphers reconoció que “es algo que no se espera. Estábamos buscando viviendas de los olmecas y de repente… la sorpresa de la cabeza, parecía que estaba soñando. Cada cosa nueva contribuye a cambiar la percepción que uno tiene de cómo era esa cultura”, relató.
La mayoría de las cabezas data de principios del Periodo Preclásico (1500–1000 a. C.), algunas del Periodo Preclásico Medio (1000–400 a. C.).
No hay ninguna igual a otra, todas tienen rasgos distintos, los diferentes grabados que llevan en cada uno de los cascos pudiera indicar el nombre del personaje.
Fuente: El Heraldo de México