TVT | Redacción digital
Emblema y centro de devoción para millones, más allá incluso de si profesan la fe católica, la Basílica de Guadalupe cerrará este año sus puertas el 12 de diciembre, aniversario de la aparición de la Virgen ocurrida en 1531, según la tradición católica. Un cierre inédito. Es el templo mariano más visitado del mundo, con una concurrencia anual de 20 millones de personas, pero la pandemia impone vetos de acercamiento incluso entre lo terrenal y lo divino.
“Este acontecimiento rompe muchos ritmos. Cada año observábamos un grado de fervor creciente, más intenso, sentido y universal. La gente esperaba que llegaran estas fechas para venirse a acostar en el suelo, a pasar un rato en el frío como una ofrenda a la Virgen”, dice con aflicción monseñor Salvador Martínez Ávila, rector de la Basílica.
La Arquidiócesis Primada de México ha aumentado los recursos digitales por los cuales recoger esta vez los testimonios de fidelidad, y desde hace semanas busca persuadir que esa vía es igualmente válida para patentizar la fe que venir al altar guadalupano. “Debemos cuidarnos”, porfían los prelados en todos los tonos.
Los fieles están tristes. Y aunque entienden las razones, muchos han adelantado, solos o en pequeños grupos, su visita a la villita para persignarse ante el retablo de la virgen, encender una veladora y dejarle rosas.
Pero hay también quienes llevan muchos años obteniendo ingresos a partir de esa veneración, incluida la propia Iglesia católica.
En torno al santuario, los locales de venta de imágenes, las fondas, las tiendas de abarrotes y los vendedores ambulantes viven una situación económica crítica y calculan una caída de 95 por ciento en sus ventas: no hay ni por asomo, el desbordamiento de fieles ya perceptible en otros años cada inicio de diciembre. Caminar la semana pasada sobre la calzada de Guadalupe era pura desolación y soledad en un espacio por donde literalmente transitan en esta temporada, millones de personas
Lo certifica monseñor Martínez Ávila: entre el 11 y el 12 de este mes nunca se habían suspendido los actos de celebración a la Virgen. En los años recientes, sólo en esos días llegaron 4 millones de devotos.
Templo “medio muerto”
Pero ahora, primero por el cierre general decretado por las autoridades en la primavera, el templo mariano se quedó “medio muerto”, dice monseñor. Meses más tarde, la apertura parcial permitió el ingreso de sólo 500 personas para las misas y, en octubre, fue cuando los encargados de la Basílica de Guadalupe empezaron a plantearse en definitiva la suspensión presencial para el festejo guadalupano.
Visitar a la virgen al pie del cerro del Tepeyac, su morada, es acto obligado en peregrinaciones organizadas según el gremio, ocupación y hasta profesión de los fieles; también llegan procesiones gigantescas organizadas por diócesis como las de Querétaro y Toluca. Pueblos enteros acuden y los hay también para quienes es inexcusable venir a México desde cualquier parte y no conocer la Basílica.
A todos los guía una promesa, darle gracias por algo en específico o hacerle una petición.
Es en diciembre cuando la fe se expresa en forma más extrema en el periplo de quienes a pie, bicicletas o autobús llegan por miles al templo para cantarle las Mañanitas.
Cuando en otros momentos este templo se cerró al culto fue por cuestiones excepcionales como la Guerra Cristera, en 1927, “pero entonces fue una disposición oficial para todos los recintos católicos y por causas políticas”, dice monseñor Salvador Martínez. Y ha ocurrido en las visitas papales, donde las celebraciones del pontífice en el santuario son obligadas, pero el cierre al público ha sido de tres días a lo sumo. Pero eso sí, nunca en un 12 de diciembre.
“En octubre pedí la anuencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del arzobispo primado de México, Carlos Aguiar, porque él es el custodio de la imagen y echamos a andar una campaña para escalonar la presencia de los fieles y evitar así que todos se concentraran a partir de diciembre. Cuando entramos en contacto con los grupos es muy fácil llegar a acuerdos, hablamos a las diócesis. Nuestra mayor preocupación eran los danzantes, que no pudiéramos convencerlos, pero al final negociamos los hicieran en despoblado, graben sus bailes y nos manden los videos para ‘subirlos’ a la plataforma, como haremos con todos los homenajes de esos días”, refiere monseñor.
La Guardia Nacional tendrá a su cargo la seguridad en la periferia del templo desde el jueves 10, cuando se cerrarán el acceso calles aledañas, y frente a la posibilidad de peregrinaciones contumaces, apostará elementos a las entradas a la ciudad a la altura de Cuajimalpa, Tlalpan, Chalco, Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Texcoco y San Agustín “para concientizar a los feligreses de cuidarse y regresar a sus casas, siempre a partir del diálogo”, indicó.
Es un hecho “triste, pero necesario”, lamenta en el atrio una de las hermanas guadalupanas de la Reparación Eucarística. “La fe abarca mucho más que venir a la Basílica”, conforta una religiosa de la congregación responsable de muchas tareas dentro del templo.
Mientras llega ese día, en el santuario guadalupano, el agua bendita se sustituyó por gel para manos, las bendiciones cambiaron por termómetros y las frases que coronan cada escultura, quedaron semiocultas por mantas con las obligadas disposiciones sanitarias.
Fuente: La Jornada