TVT | Redacción digital
Revalorar a las mujeres de su natal San Mateo del Mar por medio del cine y el arte es su mayor logro. Teófila Palafox, de 65 años de edad, es cineasta, artesana del telar de cintura, partera y hace muchos años también fue profesora.
También es pionera del cine comunitario en México. Junto con otras mujeres de su localidad hizo el documental La vida de una familia ikoots, en el que dio voz a la mujer indígena del sur de México.
Palafox comenzó su carrera en el primer taller de cine indígena de México, impartido por el cineasta Luis Lupone. A raíz de éste realizó el documental mencionado, en el que retrata la comunidad de su pueblo. Luego, con Lupone, hizo Tejiendo mar y viento, además de Las ollas de San Marcos. Sus trabajos se han presentado en varios festivales, como el International du Film d’Amiens y el Native American Film and Video Festival.
“Hablar de la mujer y llevar su voz al cine es una lucha constante”, considera Teófila Palafox, quien, desde su hogar, señala que ellas siguen padeciendo violencia, sin importar que su papel en la vida es primordial en la familia y la sociedad.
Situación en los años 80
Cuando se filmó el documental, en los años 80, en San Mateo del Mar la mujer no tenía derecho a votar ni a participar en la vida política, sólo se dedicaba a trabajar en los telares, vender camarones y elaborar totopos. A pesar de que han pasado los años, la violencia todavía continúa en estas tierras sureñas.
Esta división social de la comunidad hizo a Palafox más fuerte y, junto con otras artesanas, se organizó para vender sus prendas de telar al exterior, así llegaron a ferias y encuentros donde fueron invitadas por el Instituto Nacional Indigenista, ahora Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas, que las invitó a rodar el documental.
Palafox y sus compañeras aceptaron sin tener idea de lo que harían. Fueron capacitadas mediante un taller de documental de manera práctica y teórica.
El storyboard del documental no lo hicieron en papel; el registro fue en telar que era lo que sabían hacer. Con hilo de algodón y agujas de madera plasmaron su sentir y su imaginación, así construyeron la historia que más tarde fueron fotografías.
“Nos dejaron plasmar lo que pensábamos, lo que sentíamos, y esa idea nos gustó. Documentarla en el pueblo, con los vecinos y amigos, no fue fácil; nos veían raras cargando una cámara o todo un equipo desconocido.”
Al terminar los dibujos de hilo de algodón, elaboraron el guion que les llevó una semana concluir, se aprobó y así comenzó el rodaje de la película que abarcó otros siete días, para después editarlo en la Ciudad de México.
“Valió la pena el esfuerzo”
En la cinta se aborda el valor de las mujeres, sus voces se escuchan, como la de una niña que lee un libro; además, se destaca que ellas son parte principal de la vida comunitaria, lo cual para Teófila Palafox es un verdadero halago, porque en los años 80 la mujer no importaba, nada significaba. Ahora se puede decir que valió la pena todo su esfuerzo.
Teófila Palafox vive agradecida por todo lo que le ha pasado; no descansa, sigue vendiendo sus trabajos que elabora en el telar que ahora, debido a la pandemia, los ofrece vía Internet.
Sin ser pretenciosa ni egocéntrica, la mujer cineasta, toma su telar de cintura y teje; para ella, no hay mejor arte que mantener viva la historia de su pueblo, el de las mujeres de San Mateo del Mar.
Ombeayiüts, siempre presente
En todo momento su idioma está presente, el ombeayiüts, no lo deja, se lo inculcó a sus hijas, igual que el amor por el telar, del cual se siente orgullosa.
“Soy maestra del arte y del cine”, expresó con mucha seguridad. Sin embargo, contó, renunció a dar clases en la escuela por sus hijas. Su legado es que “la mujer sí puede”.
Tiene una tienda comunitaria y también en línea, la pandemia les ha dejado con pocas ventas, pero con la ayuda de las redes sociales se han extendido, no mucho, pero sí lo suficiente para sobrevivir.
Cree que si las ventas caen o se abandonan, las mujeres de su tierra dejarán de producir, lo cual significa parar la producción del telar, es decir, la muerte de esta artesanía y, por consiguiente, la pérdida de la historia de la vida comunitaria.
“Quién viene a San Mateo del Mar sabe que hay ropa elaborada en telar de cintura, y por eso nos visitan. Amo el telar, porque gracias a esta artesanía aprendí del cine, tuve acceso a talleres, a cargar una cámara, a grabar y rodar un documental, qué más le puedo pedir a la vida, que me dé salud, sólo eso”.
Teófila Palafox, de mediana estructura, cabello negro y dulces palabras, está contenta de lo que ha obtenido. En la Cineteca Nacional y en las redes sociales, quien desee puede ver su obra en https://www.youtube.com/watch?
Fuente: La Jornada