TVT | Redacción digital
La Reina Roja de Palenque tiene nuevo hogar. El domingo se inauguró en esa zona arqueológica de Chiapas un pabellón dedicado a Ixik Tz’aka’ab Ajaw, la soberana maya que “será símbolo ancestral de la mujer contemporánea como fue en su época en su comunidad”, dijo la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, durante la inauguración del recinto, acto encabezado por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El Pabellón Reina Roja ahora forma parte del discurso museográfico del Museo de Sitio Alberto Ruz L’huillier del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que se encuentra en el corredor cultural del Tren Maya.
Se trata de “un proyecto de futuro para el antes olvidado sur-sureste. La Reina Roja está en su ca-sa, que quede aquí, que la conozcan, que sepan de su cultura a través de ella”, reiteró la funcionaria.
El gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, recordó que en 1994, “siete años después de que Palenque fue reconocido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) como patrimonio de la humanidad, fue descubierta, por arqueólogos chiapanecos, la presencia de la Reina Roja, que nos demuestra también el papel que jugaban las mujeres en la gran civilización maya”.
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, detalló que la señora Ixik Tz’aka’ab Ajaw se halló en su sarcófago de piedra, acompañada por ofrendas y un ajuar acorde con su rango. Se determinó que se trataba de un entierro femenino, con recubrimiento en cinabrio de color rojo intenso, por ello, se le conoció como Reina Roja. Sin embargo, ahora se sabe que su nombre es Ixik Tz’aka’ab Ajaw, a quien las evidencias señalan que fue consorte de Pakal El Grande, el gobernante más importante de la ciudad entre los años 615 y 683 dC.
Según fuentes epigráficas, agregó Prieto, “la señora Ixik Tz’aka’ab Ajaw falleció el 13 de noviembre del año 672, y sus restos fueron depositados en la subestructura conocida como Templo XIII, junto al Templo de las Inscripciones, donde 11 años después de la muerte de la señora, sería inhumado Pakal El Grande, el 28 de agosto de 683, cuya tumba fue encontrada por Alberto Ruz L’huillier en 1952, en uno de los hallazgos más importantes de la arqueología mundial”.
Entre otros datos, el funcionario refirió que la reina fue sepultada con un tocado y que probablemente lucía el peinado que era de uso común en la nobleza, conformado por 103 teselas hechas principalmente de un mineral conocido como onfacita, 11 de concha y 37 de caliza, finamente talladas, las cuales, en su conjunto, componen una representación del llamado “dios narigudo”, probablemente, Chaac.
Debajo del tocado se halló una diadema doble constituida por pequeños discos, un collar y dos orejeras; debajo del tocado y la diadema, colocada parcialmente sobre el rostro, se encontraba la pieza principal del ajuar de la reina: una máscara que consta de 116 piezas, de las cuales 110 son teselas de malaquita, dos de obsidiana y cuatro de jadeíta blanca, en la que destaca la naturalidad de los rasgos faciales.
Sobre el tórax se encontraba una prenda distintiva de la realeza maya: el k’ub, una capa tejida que cubría el pecho y los hombros, en este caso decorado con más de 170 pequeños discos de jadeíta, onfacita y albita, rematando en la parte central inferior por un pequeño rosetón, complementado con una pequeña cabeza de mono.
Guillermo Bernal, brillante epigrafista
Durante la ceremonia de apertura del pabellón, se lamentó el reciente fallecimiento de uno de los epigrafistas mexicanos más brillantes, Guillermo Bernal Romero, investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y colaborador del Proyecto Arqueológico Palenque del INAH, quien fuera director del museo de sitio Alberto Ruz L’huillier, de 1998 a 2005.
Bernal Romero fue quien descifró las inscripciones jeroglíficas del área maya, en particular las de la región de Palenque. Su estudio más reciente sobre el nombre de la antigua señora palencana, conocida como la Reina Roja, se incluyó en la nueva museografía del pabellón.
“Pakal –señaló Bernal Romero en sus investigaciones– fue un personaje muy sacralizado, pero también su esposa. La tumba de ella es tan compleja como la de aquél; sabemos que fue sacralizada al morir por la propia composición de su ajuar, cuyo tocado contiene una advocación al dios Chaak.”
Cuando se descubrieron los restos óseos de Ixik Tz’aka’ab Ajaw, en 1994, para los expertos no estaba claro si pertenecían a la consorte, a la madre o a la abuela de Pakal, siendo finalmente los estudios de ADN, practicados en la Universidad Autónoma de Yucatán, por Vera Tiesler, los que evidenciaron que los huesos de Pakal y de la Reina Roja no compartían rasgos de consanguinidad.
Fue gracias a expertos como el arqueólogo Arnoldo González Cruz, que hace 26 años –junto con su colega Fanny López Jiménez– se descubrió el sarcófago de la Reina Roja, que ahora está de vuelta en la selva de Lakamha, nombre con el que se conocía Palenque en la época prehispánica.
Fuente: La Jornada